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El investigador de la ULPGC Javier Arístegui participa en el informe “Cambia la energía, no el clima”, de Greenpeace España
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- Está elaborando un informe para Naciones Unidades en el que se está evaluando los impactos del cambio climático sobre diferentes ecosistemas
Greenpeace España ha presentado en Barcelona el informe “Cambia la energía, no el clima”, coincidiendo con la llegada del Rainbow Warrior a esta ciudad. En dicho informe colabora el investigador del Instituto de Oceanografía y Cambio Global (Iocag) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), Javier Arístegui.
Este informe ‘Cambia la energía, no el clima’ cuenta con testimonios científicos conocedores del cambio climático, así como ofrece cifras y propuestas para revertir la situación.
Entre otras afirmaciones se incluye que el nivel del mar podría crecer más de dos metros de altura en el siglo XXI, lo que sepultaría a las ciudades costeras en menos de 80 años y obligaría a desplazarse a 187 millones de personas. La mitad de la Península Ibérica podría quedar desertificada como el Sáhara, aumentarían las especies invasoras como el mosquito tigre y las enfermedades que transmite y el Mar Mediterráneo aumentará su temperatura más de un grado cada 30 años. En España el verano dura casi cinco semanas más que a principios de los años 80 y el mes de febrero de 2019 ha resultado el más seco del siglo XXI.
Frente a esta situación, Greenpeace aboga por la utilización de la energía renovable y la concienciación para disminuir el consumo energético.
En la página 19 del informe recogen unas afirmaciones del investigador de la ULPGC Javier Arístegui en las que indica que está elaborando un informe para Naciones Unidades en el que se “está evaluando los impactos del cambio climático sobre los ecosistemas oceánicos, costeros, polares y de altas montañas, así como sobre las comunidades humanas que dependen de estos ecosistemas”. Añade que en general “confirman las pautas del calentamiento global y sus impactos” y la necesidad de reducir a cero las emisiones de gases invernadero para 2050 o habrá “puntos de no retorno, por ejemplo, en cuanto a pérdida de biodiversidad o adaptación de las especies”.
Entre otras consecuencias la predicción es que el 80% de los arrecifes de coral desaparezca a finales de siglo, indica Javier Arístegui, y gran riesgo de desaparición de islas bajas, especialmente, pero no sólo, en los océanos Índico y Pacífico.
El investigador de la ULPGC añade que “desgraciadamente, creo que la sociedad en general no es consciente del riesgo real del cambio climático. Cada vez hay más información, pero el ritmo al que se empiezan a tomar medidas para mitigar las emisiones y adaptarse a los cambios producidos por alteraciones del clima es mucho más lento que la velocidad a la que ocurren estos cambios y sus consecuencias”.
“Creo que los jóvenes están mucho más concienciados que los adultos y, por eso, pienso que serán ellos que los que lleven a cabo en pocos años la verdadera revolución ambiental. No sería ético dejar un mundo inhabitable a las generaciones futuras. Tenemos que ser conscientes de que van a vivir en un planeta muy distinto del que hemos vivido nosotros, con un clima más extremo (tormentas, sequías, huracanes más frecuentes, olas de calor…) que afectará a los recursos, los ecosistemas, la biodiversidad, etc., con grandes efectos sobre la economía global. Pero, dependiendo de las medidas que tomemos los próximos años, los impactos serán o no asumibles para poder llevar a cabo un desarrollo sostenible global”, concluye Arístegui.