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La cantidad de microplásticos en las aguas de la Bahía del Confital duplica la cantidad de zooplancton
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*Un estudio en el que participa el Instituto Universitario ECOAQUA de la ULPGC alerta de la alta concentración de microplásticos en la Bahía de El Confital
Una investigación en la que participa la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, a través del Instituto Universitario de Acuicultura y Ecosistemas Marinos Sostenibles (IU-ECOAQUA), ha constatado una alta concentración de microplásticos en comparación con el zooplacton (conjunto de organismos exclusivamente animales que forman parte del plancton), en la Bahía de El Confital, en la zona externa a la barra, en la playa de Las Canteras (Gran Canaria).
Así queda recogido en un artículo publicado recientemente por la prestigiosa revista científica Marine Pollution Bulletin, una de las más importantes del mundo en materia de contaminación marina, firmado por el grupo de investigación en Ecofisiología de los Organismos Marinos (EOMAR) de ECOAQUA, en colaboración con investigadores del Instituto del Mar (IMAR) de la Universidad de Azores y del Centro de Ciencias del Mar y de Medio Ambiente (MARE) de Madeira.
Se trata de la primera investigación realizada en la Macaronesia para evaluar el impacto real que tienen en la salud de los organismos y ecosistemas marinos los microplásticos flotantes en aguas superficiales, después de que estudios precedentes alertasen de los altos niveles de contaminantes químicos, originados por la alta presencia de microplásticos, en las Islas Canarias. El objetivo del estudio era cuantificar y caracterizar los microplásticos y el zooplancton neustónico (flotante) en aguas de los tres archipiélagos (Canarias, Azores y Madeira).
Este resultado alerta, además, del peligro que corren por la ingestión de microplásticos algunas especies de la biota (la fauna) marina del Archipiélago, como el tiburón ballena, el tiburón peregrino, diversas familias de mantarrayas o las ballenas filtradoras, además de las aves que se alimentan en la superficie del mar.
La presencia de microplásticos, además, podría incrementarse. Según la doctora de la ULPGC Alicia Herrera, investigadora principal del estudio, “lamentablemente, con la llegada de la pandemia provocada por el coronavirus, vemos cómo los hábitos han empeorado y vuelve a predominar el plástico de usar y tirar. Se ha incrementado el uso de guantes, mascarillas, viseras y material hospitalario de plástico, y este material no es reciclable, por lo que nos enfrentamos a una enorme cantidad de basura que terminará incinerada o en vertederos”, sostiene.
Si bien, dada la emergencia sanitaria, no es factible prohibir o reducir la producción de estos materiales, sí es necesario ser consciente del impacto ambiental que producen y, por lo tanto, la población debe hacer un uso racional de los mismos, separarlos adecuadamente y tirarlos en el contenedor adecuado, subraya. “No olvidemos que las pandemias son una consecuencia directa de la degradación de los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad”, puntualiza.
Investigación realizada a lo largo de 3 años
Para realizar este estudio de carácter internacional, se recogieron un total de 45 muestras: 24 en Canarias, 12 en Madeira y 9 en Azores, entre 2015 y 2018, en una quincena de localizaciones diferentes. En concreto, en las Islas Canarias se tomaron de referencia las playas de Lambra (La Graciosa), Arrecife y Famara (Lanzarote), Taliarte, Gando, San Andrés, Las Canteras dentro de Bahía del Confital, (Gran Canaria) y Los Gigantes (en Tenerife).
En general, durante los muestreos en estos grupos de islas, los resultados del estudio mostraron una gran variabilidad en la concentración de microplásticos. Se encontraron concentraciones altas, especialmente, en aguas costeras frente a Las Canteras (isla de Gran Canaria), y en aguas de Porto Pim (isla de Faial, en Azores), aunque los valores medios se estimaron en el rango de los encontrados en otras zonas del océano. Los principales tipos de microplásticos encontrados fueron fragmentos y fibras. Las abundancias de zooplancton también fueron muy variables entre las distintas zonas de muestreo, siendo los principales componentes copépodos y huevos.
Los valores máximos de microplásticos se hallaron en la Bahía del Confital, con más de un millón de partículas por kilómetro cuadrado. Estas son cifras similares a las reportadas en zonas de altas acumulaciones como el Giro Central del Pacífico Norte (un área de convergencia donde las aguas forman un remolino que atrae a los desechos plásticos y les impide esparcirse hacia las costas) o del Mar Mediterráneo. En la Bahía del Confital, además, se encontró el doble de microplásticos que de zooplancton en peso seco para la fracción de tamaño de 1 a 5 milímetros.
Según afirma Alicia Herrera, en algunas zonas la abundancia de microplásticos representó hasta un 22% del total de las muestras de zooplancton, lo que podría explicar la alta presencia de estos residuos en el interior de caballas (Scomber colias) recogidas en aguas de Gran Canaria, algo que constató un estudio de EOMAR publicado en 2019, al alimentarse estos peces de zooplancton.
En la investigación publicada ahora han participado una decena de investigadores. Por parte del IU-ECOAQUA, además de Alicia Herrera, colaboraron Eugenio Raymond, Ico Martínez y May Gómez; por parte de IMAR, en Azores, Christopher Pham, Yasmina Rodríguez, Noelia Ríos; y, por último, los integrantes de MARE fueron Soledad Álvares, Joao Canning-Clode e Ignacio Gestoso.
El trabajo realizado ha demostrado el peligro físico para la fauna marina no solo por ingestión, sino también por los contaminantes químicos asociados a los microplásticos, así como la falsa sensación de saciedad que podría afectar a la ingesta de nutrientes en organismos marinos.
En la región de la Macaronesia se encuentran grandes filtradores como el tiburón ballena (Rhincodon typus), el tiburón peregrino (Cetorhinus maximus), diversas especies de mantarrayas del género Mobula (M. tarapacana, M. mobular, M. birostris); y ballenas filtradoras del género Balaenoptera (B. edeni, B. bryde, B. physalus, B. borealis, B. Musculus), que son los más afectados.