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La ULPGC compara los patrones de consumo de psicodélicos entre España y poblaciones de habla hispana de Sudamérica
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El aumento del uso de estas sustancias hace necesario conocer hábitos y riesgos asociados
Un estudio de la ULPGC, realizado en colaboración con la Asociación Científica Psicodélica, ha comparado los patrones de consumo de sustancias psicodélicas entre España y poblaciones de habla hispana en América del Sur, hallando que la psilocibina fue la más consumida, con prevalencia de la MDMA entre la población española y de la LSD entre la sudamericana.
El estudio está firmado por los doctorandos Jaime Rojas Hernández y Lucas F. Borkel, y su director de tesis, Luis Alberto Henríquez Hernández, del Departamento de Ciencias Clínicas, así como por Ángelo Santana del Pino, profesor del Departamento de Matemáticas, y Domingo Quintana Hernández, de la Universidad del Atlántico Medio.
Ante el aumento del consumo de sustancias psicodélicas, es necesario comprender el perfil de consumo, y definir si el contexto cultural ejerce alguna influencia en el mismo. Esto fue lo que llevó a los autores a seleccionar a 735 participantes, empleando una técnica de muestreo no probabilístico (es decir, no basado en el azar sino en criterios subjetivos), de la que se infirió que la psilocibina, una sustancia psicodélica presente en hongos, es la más consumida. La MDMA, abreviación de su nombre 3,4-metilendioximetanfetamina, y conocida también como éxtasis o cristal, resultó ser más consumida en España, mientras que la LSD (siglas en inglés de la dietilamida de ácido lisérgico) es más usual en las poblaciones hispanas sudamericanas examinadas, especialmente con fines recreativos.
En lo referido a efectos adversos, la sustancia alucinógena DMT (dimetiltriptamina) refirió estos efectos de forma más frecuente durante el consumo, mientras que la MDMA los mostró tras el consumo. La edad se reveló como un factor de riesgo para el desarrollo de estos efectos adversos, observándose un aumento significativo en individuos menores de 30 años.
Para los autores, el aumento del uso de estas sustancias, empleadas en contextos terapéuticos frente a trastornos mentales, especialmente ansiedad y depresión, hace imprescindible conocer en profundidad patrones y perfiles de uso, así como riesgos asociados, para contribuir a difundir información científica y contrastada que garantice un uso correcto.
Los resultados de esta investigación se han publicado en la revista internacional Current Pyschology.